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BLOG OFICIAL DE LA HDAD. DE SAN ISIDRO LABRADOR DE LUPIÓN (JAÉN)

La verdad os hará libres

La verdad os hará libres.

 Esta frase evangélica establece una estrecha relación entre la verdad y la libertad. El hombre es un ser inexorablemente moral por el carácter libre de su persona. Pero estar en la verdad es un requisito imprescindible para que la actuación humana sea verdaderamente libre.

La libertad, ante todo, se fundamenta en la condición del hombre de ser ’’imagen de Dios’’ . En efecto, Dios libre en su acción creadora, creó al hombre libre, esto es, capaz de decidir por si mismo y dueño, por lo tanto, de sus actos. En esto se diferencia de las demás criaturas terrestres. Su vida no le es dada de una vez para siempre y acabada; su vida es un quehacer, un proyecto que tiene que realizar. Por el ejercicio de su libertad ’’el hombre es causa de si mismo" (Tomás de Aquino, Suma Teológica l-ll, prólogo X), pero el ser "causa de si mismo’’ le viene de ser creado por Dios y referido a El, de quien es "imagen".

Para hacer realidad su vida, el hombre tiene que elegir, entre varios proyectos, su meta y su camino. En esto estriba una de sus mayores grandezas. Pero también reside ahí el mayor riesgo que el hombre ha de correr pues no se puede decir que el hombre es libre sólo porque puede tomar decisiones por si y ante si: "si bastase que una acción fuese buena, justa y recta por el solo hecho de haber sido decidida libremente por el hombre, habría que alabar y justificar muchos actos de violencia y crímenes que proceden de decisiones libres del hombre". El hombre es plenamente libre cuando elige lo que es bueno para si mismo y para los demás, lo justo lo verdadero, lo que agrada a Dios; pero puede también escoger bienes aparentes o falsos y optar contra si mismo eligiendo el mal, lo que le daña. Pues ’’no alcanzan a Dios nuestras ofensas más que en la medida en que obramos contra nuestro propio bien humano’’ (Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles 3, Cap. 122). La auténtica libertad se ejerce, por tanto, en la fidelidad comprometida por la propia opción en el servicio desinteresado al bien de los demás: "habéis sido llamados a la libertad;...servios por amor los unos a los otros"

En el ejercicio de su libertad, el hombre no puede desligarse de referencias objetivas, compromisos y responsabilidades, de tal manera que su actuación no se puede disociar de los imperativos y exigencias que, para bien suyo, han sido inscritos por Dios en sí mismo ser personal, en la naturaleza de sus actos y en las demás realidades de la creación. La libertad humana es, pues, falible y limitada. La libertad limita, en último término, con aquellas inclinaciones y aspiraciones más profundas de la propia naturaleza humana en las que se puede descubrir la invitación del Creador a actuar tendiendo al bien.

Es necesario, en consecuencia, aquilatar continuamente la libertad para que pueda actuar responsablemente y acertar al tomar sus decisiones: ’’la responsabilidad del hombre ante Dios por sus actos le obliga a amar apasionadamente la verdad y buscarla sin tregua; a distinguir entre lo falso, lo aparente, lo que interesa y lo verdadero; a someter sus caprichos, arbitrariedades y tendencias a una disciplina libremente asumida; a contrastar en la realidad y en la acción sus fantasías y deseos; a aprender siempre en el sufrimiento y a vivir siempre en un horizonte de esperanza" .

1 comentario

M. Lorite -

Así aborda el Papa Benedicto XVI el binomio libertad-verdad:
En la escala de valores de la cual el hombre depende para su existencia humana, la libertad aparece como el valor básico y el derecho humano fundamental. En contraste, tendemos a reaccionar suspicazmente ante el concepto de verdad.
La actitud moderna hacia la verdad se resume en la forma más sucinta en la pregunta de Pilatos: “Qué es la verdad?”. Quienquiera afirme estar al servicio de la verdad con su vida, su palabra y su acción debe estar dispuesto a ser considerado un soñador o un fanático.
Indudablemente, la perspectiva de una pasión enteramente segura de sí misma por la verdad sugiere motivos suficientes para preguntar cautelosamente “¿Qué es la verdad?”. Sin embargo, existen motivos igualmente válidos para plantear la interrogante “¿Qué es la libertad?”.
¿En qué medida es libre la voluntad después de todo? ¿Y hasta dónde es razonable? ¿Es una voluntad no razonable realmente una voluntad libre? ¿Es una libertad no razonable realmente libertad? ¿Es realmente un bien? Para evitar la tiranía de la sinrazón, ¿no debemos completar la definición de libertad señalando que es la capacidad de desear y hacer lo que deseamos, ubicándolo en el contexto de la razón, de la totalidad del hombre? ¿Y no implicará también la interacción entre la razón y la voluntad la búsqueda de la razón común compartida por todos los hombres y por consiguiente de la compatibilidad de las libertades? Evidentemente, la pregunta sobre la verdad está implícita en la pregunta sobre el carácter razonable de la voluntad y el vínculo entre ésta y la razón.